La vida es muy frágil. Hoy mismo he
presenciado como, en menos de dos minutos, puede cambiar la vida de
alguien y los de su alrededor, como la vida intenta abrirse paso
mientras el cuerpo pide descansar, que lo deje estar, que duele
demasiado. Esos ojos sin practicamente vida, que se vacian, heridas
por el cuerpo, la cara y el asfalto ensangrentados, mientras respira
como puede, porque tiene por lo que vivir, porque no era su hora, y
un infortunio le ha robado lo que podrian haber sido sus mejores años
de su vida, o simplemente vida.
Ese hombre estaba enfrente de mi, y en
un abrir y cerrar de ojos se escucha un golpe y se ven trozos de su
moto volar, para él acabar aterrizando en el suelo. La única ayuda
que pude aportar fué dar una botellita de agua y un consejo que no
sirvió de nada, se supone que soy enfermera veterinaria, pero en
estos casos no puedo actuar, y es de las veces que me he sentido más
inútil en mi vida, sinó la que más.
La vida es fugaz, en nada puedes pasar
de estar sentandote en tu moto para ir a trabajar, a ver a tu hijo, a
ver a tu hermano en el hospital o simplemente regresar a casa después
de haber pasado una gran tarde entre cervezas y amigos, para luego
estar asustado, confuso, mal herido e inmóvil en el suelo de la
calle. Como, por solo girar la esquina, puedes morir. Eso da miedo
realmente.
Esto ha pasado al lado de dónde vivo,
no he escuchado la sirena de la ambuláncia de vuelta al hospital,
mucho me temo que esos hayan podido ser los últimos minutos de vida
de ese hombre.
Señor, no le conozco de nada, pero
espero que esté dónde esté, porfín pueda respirar en paz y que
allí las heridas no duelan.
Sit tibi terra levis.