febrero 02, 2020

Indústria. 21-03-2019

La vida es muy frágil. Hoy mismo he presenciado como, en menos de dos minutos, puede cambiar la vida de alguien y los de su alrededor, como la vida intenta abrirse paso mientras el cuerpo pide descansar, que lo deje estar, que duele demasiado. Esos ojos sin practicamente vida, que se vacian, heridas por el cuerpo, la cara y el asfalto ensangrentados, mientras respira como puede, porque tiene por lo que vivir, porque no era su hora, y un infortunio le ha robado lo que podrian haber sido sus mejores años de su vida, o simplemente vida.

Ese hombre estaba enfrente de mi, y en un abrir y cerrar de ojos se escucha un golpe y se ven trozos de su moto volar, para él acabar aterrizando en el suelo. La única ayuda que pude aportar fué dar una botellita de agua y un consejo que no sirvió de nada, se supone que soy enfermera veterinaria, pero en estos casos no puedo actuar, y es de las veces que me he sentido más inútil en mi vida, sinó la que más.

La vida es fugaz, en nada puedes pasar de estar sentandote en tu moto para ir a trabajar, a ver a tu hijo, a ver a tu hermano en el hospital o simplemente regresar a casa después de haber pasado una gran tarde entre cervezas y amigos, para luego estar asustado, confuso, mal herido e inmóvil en el suelo de la calle. Como, por solo girar la esquina, puedes morir. Eso da miedo realmente.

Esto ha pasado al lado de dónde vivo, no he escuchado la sirena de la ambuláncia de vuelta al hospital, mucho me temo que esos hayan podido ser los últimos minutos de vida de ese hombre.

Señor, no le conozco de nada, pero espero que esté dónde esté, porfín pueda respirar en paz y que allí las heridas no duelan.


Sit tibi terra levis.